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    Para mí la felicidad es poder reírme todos los días de la  vida y que la vida se ría también conmigo.

    Cuando siento que una bruma se instala en mi interior ,cuando los hábitos y costumbres empiezan a ser trampas de una mente que huye de cualquier imprevisto y que quiere tenerlo todo planificado, cuando aparece la rutina, la desmotivación, la falta de ideas, cuando el aburrimiento y el cansancio se quedan  porque  todos los días parecen el mismo, cuando esa bruma sustituye el aire que te hace falta para respirar, cuando esa bruma me atrapa… yo sé perfectamente que es lo que tengo que hacer.

    Volver a reconectar conmigo misma.

    No consiste en hacer algo diferente un día para escapar de esa realidad y luego volver a ella contando los días para volver a escapar...

    Estamos hablando de trabajar algo en nosotros, de hablar con nosotros mismos para analizar que puede estar pasando, de no consentir que esa bruma vaya avanzando más cada día . 

    Por ello cuando me siento así , me preparo la mochila, la de verdad y la que recae sobre mis hombros todos los días y me dispongo a escapar  sin rumbo y sin importar el lugar. Solamente necesito estar conmigo a solas.

    En esta última ocasión fue mi compañero el mar el que con sus olas  de fondo me animó a conversar conmigo misma. 

    Necesitaba esa conversación, necesitaba desnudarme en esa playa aun fría de invierno y mirarme donde tenía las heridas.  

    Y así, paseando por la playa, por esa arena que parecía llevar meses esperando a ser pisada por mis pies , sin pensar en nada y pensando en todo es cuando consigo salir de mí y comenzar a visualizarme  como si fuera un mero Observador. 

    Desde ese papel de Observador,  miro el paisaje de esa playa desde fuera, como si de un cuadro se tratase , con completa objetividad, miro a esa mujer pensativa y sola que está  en la playa, sin conocerla ,sin juzgarla y decido ir a conversar con ella. 

    Conforme me voy a acercando a esa imagen  veo que ya no es una mujer, ahora  es una niña que juega a buscar “piedras preciosas” entre la arena y el mar, me mira con sus grandes ojos y me muestra los tesoros que ha conseguido, me empieza a explicar cuáles son las más bonitas y los poderes que tiene cada una. 

    No puedo evitar mirarla con una sonrisa, le cojo de la mano y le ayudo a buscar las que a mí me parecen más bonitas también .Me contagia con su alegría, con su espontaneidad, con su ilusión… caminamos juntas por la playa, jugamos a que no se borren nuestras huellas en la orilla, me invento un cuento que me termina contando ella ,reímos sin parar, en sus grandes ojos se refleja mi imagen y yo me vuelvo a descubrir feliz y sonriendo.  

    Me baño con ella en el mar… nos fundimos en un gran abrazo y siento como esa niña va desapareciendo poco a poco transformándose en una luz que se va adentrando lentamente en mi corazón.


    Cierro los ojos.

    Abro de nuevos los ojos y me doy cuenta de que estoy  abrazada a mi misma. Una enorme sonrisa aparece en mi cara.

    He vuelto a reconectarme conmigo misma.

    Conmigo misma, con mi esencia natural que es la  que mejor me conoce, la que  me cuenta como soy, la que me respeta y me anima a tomar mis propias decisiones sobre qué hacer  y cómo sentir, la que me hace sentir libre y loca. 

    La que  me ayuda a separarme de todo  y poder diferenciar entre cuáles son los conflictos  y los miedos de los demás y cuáles los míos propios y poder así relativizar y juntar mis pies para saltar con mucha fuerza y tomar de nuevo un gran impulso que me anime a continuar.


    No busques más las respuestas en el exterior, todos las respuestas se encuentran ya en tu interior.

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